Recientemente, desde Gran Canaria, el Q.·.H.·. Manuel del R.·.R.·. nos remitió una foto de la década de los 30 del siglo pasado, en una visita a los Jardines de la Quinta Roja, en la Orotava, también conocidos como Jardines Victoria o del Marquesado de la Quinta Roja. Parece que esta imagen fue tomada durante una de las visitas de la Respetable Logia Andamana 1 a Tenerife, en su hermanamiento con la Respetable Logia Añaza 270.
Según la documentación aportada por el historiador Manuel de Paz Sánchez, el presupuesto del encuentro fue de 3.370 pesetas, que alcanzó para cubrir los gastos de agasajo y el recorrido previsto para tal ocasión desde Santa Cruz de Tenerife:
Casa de Socorro; Museo Municipal; finca ‘Las Mimosas’; la refinería de petróleos de CEPSA; y el ‘interior’ (sic) con paradas en La Laguna; Aguamansa; Llano de Maja hasta La Orotava haciendo parada especial en el Mausoleo del Hotel Victoria (fotografía antigua de esta nota); el Jardín Botánico del Puerto de la Cruz y regreso a Santa Cruz por la carretera de Tejina. Desde la capital tinerfeña partiría a medianoche el barco de regreso rumbo a la isla de Gran Canaria.
De vigente actualidad es el texto con la que la Respetable Logia Andamana 1 respondería a su homónima tinerfeña: ‘… como una prueba fehaciente de que nuestras relaciones fraternales están muy por encima de los falsos antagonismos que, con inconfesables apetitos han fomentado en nuestras queridas Islas.
Celebremos, pues, con entusiasmo, los momentos que nos ofrecieron motivos de íntima satisfacción, porque significan la unión de dos islas hermanas, demostrando que, por sobre todos esos antagónicos apetitos, hay una comunidad de ideas y de sentires, de hombres que consagran sus actividades a propagar el bien, y que, sin miras egoístas, saben unirse en un ideal de paz y de fraternidad humana…’
Es obvio que, independientemente de la época, el Mausoleo de los Jardines de la Quinta Roja produce un especial atractivo a los Masones de Tenerife, Gran Canaria o cualquier parte del planeta. Para entender este atractivo, creo que es merecedor contar algo de su historia.
Este Mausoleo fue erigido en honor del masón Diego Ponte del Castillo, VIII Marqués de la Quinta Roja. Se le puede considerar un monumento masónico, en mármol blanco, diseñado por el arquitecto francés Adolphe Coquet, sobre un jardín simbólico y una cripta de tres cuerpos. Los jardines fueron construidos sin otro fin que albergar los restos de este Hermano, a quien su pertenencia a la Masonería le había cerrado las puertas del cementerio local. La madre del marqués, Sebastiana del Castillo y Manrique, decidió transformar la huerta de su casa en un jardín y levantar en la parte más alta un panteón familiar como desagravio por los sucedido a su hijo.
Diego Ponte, nacido en 1840, era hijo de una de las familias más nobles y acaudaladas de la isla de Tenerife. Ostentaba el título de marqués de la Quinta Roja y era, además, un conspicuo miembro de la Logia Masónica Taoro, de la que llegó a ser Venerable Maestro. Por su condición de masón mantuvo frecuentes discusiones con los clérigos de su época, lo que hizo que, tras su fallecimiento en 1880, se le negara el enterramiento en el cementerio católico de la villa.
A través del médico y botánico palmero Víctor Pérez González, su madre se puso en contacto con el arquitecto francés Adolphe Coquet, asimismo masón, y le encargó el mausoleo (hay quién mantiene, sin haberlo demostrado, que este arquitecto es el auténtico diseñador del Templo Masónico de la calle San Lucas, de la capital tinerfeña). Éste, que fue diseñado y esculpido en Lyon, estaba ya levantado en su lugar en 1882, aunque hasta 1884 no se finalizaron los trabajos completamente.
Éste arquitecto elaboró para el interior del templete varios bocetos en los que destacaba claramente la simbología masónica, como el emblema de la Logia Taoro, el pelícano, la escuadra y el compás, la balanza, la cruz templaria y la cuchara de albañil, pero fueron descartados por la marquesa. No obstante, pese a que ésta autorizó los símbolos masones en el interior de panteón, hay algunos autores que sostienen que el arquitecto, que además era amigo de su hijo, quiso homenajearlo colocando varios símbolos sutiles alusivos a la orden, como las hornacinas vacías, que se relacionan con el principio de que la masonería se reconoce a sí misma como adogmática y deja libertad de creencia a sus miembros; la forma de la cripta, que según algunos no es casual; o la decoración de la puerta de entrada, decorada con motivos florales que recuerdan a la representación del Árbol de la Vida, símbolo de la existencia terrenal y la cruz celta. Mientras, en la parte baja, resaltan la letra griega Omega, representación simbólica tanto del final de la vida como de la perfección.
Contada esta historia, es de entender el atractivo que supone para todo masón visitar este monumento en la Orotava. Facilitamos algunas fotos recientes, y esperamos que puedan verlo de primera mano en un próximo viaje a la Villa.