El invierno se abre paso con su silencio profundo. La noche se prolonga y la luz parece retirarse, pero en esa aparente ausencia se guarda la promesa de un nuevo amanecer.
El equinoccio que es todo un ciclo, tiene su equilibrio: la oscuridad no es derrota, sino preparación para la claridad que vendrá. En la calma de la estación, aprendemos que la paciencia es también una forma de fortaleza.
Es tiempo de recogimiento, es volver hacia dentro a escuchar la voz interior, a fortalecer los lazos que nos sostienen y a cultivar la serenidad que nos permite caminar con firmeza.
El frío exterior se convierte en metáfora de la disciplina, y la llama discreta del espíritu se mantiene encendida como guía. Es en la sobriedad del invierno donde descubrimos que la verdadera riqueza está en la profundidad de nuestras convicciones.
La tradición nos enseña que incluso en la noche más larga, la fraternidad es faro. La discreción masónica nos recuerda que la verdadera obra se construye día a día, con gestos sencillos y con la dignidad de quien sabe que cada piedra colocada tiene sentido en el edificio común. La fraternidad no se proclama, se ejerce; y en ese ejercicio cotidiano se revela la fuerza que sostiene a la comunidad.
Con esta reflexión no solo aprovechamos a trasladar la
Felicitación invernal sino que deseamos que estas fiestas sean ocasión de gratitud y esperanza. Que cada encuentro, cada palabra compartida, sea un acto de construcción y de confianza en el futuro. La paz y la fuerza interior son los mejores presentes que podemos ofrecer y recibir. Que la celebración sea discreta pero sincera, y que en cada gesto se refleje la certeza de que la luz retorna siempre.
Mirada hacia adelante
El invierno no es final, sino tránsito. La luz retorna siempre, y con ella la certeza de que juntos podemos hacer de cada jornada un acto de progreso y de justicia. Que este tiempo nos inspire a seguir levantando, con humildad y entusiasmo, la obra que nos trasciende. La estación nos recuerda que la verdadera victoria no está en la prisa, sino en la constancia, y que cada paso firme es parte de un camino mayor.
Felices fiestas invernales. Que la serenidad y la fuerza interior acompañen cada paso en este nuevo ciclo.


